El mes de junio en Ávila ha contado con varios acontecimientos cofrades llenos de devoción. Destacan dos conmemoraciones unidas por su significado y su arraigo en la capital abulense.
Tras un devoto Triduo en Su honor, el barrio y el Patronato de Nuestra Señora de las Vacas Coronada ha celebrado el pasado 12 de junio la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Tres personas en una misma naturaleza divina. Celebración centenaria del Patronato que se iniciaba la mañana del Domingo con una Solemne Eucaristía a las diez de la mañana en la ermita de la entidad, oficiada por su Presidente Nato, el M. Iltre. Sr. D. Óscar Robledo Merino.
Al término de la misma, comenzó a organizarse la Procesión por la barriada. El pendón corporativo del Patronato, seguido del Estandarte de San Pedro Apóstol y el de Nuestra Señora, precedían a la talla de la Virgen, en Sus andas procesionales repujadas y portando saya de raso blanco bordado con manto azul cielo adamascado.
Nuestra Señora recorrió Su barrio, deteniéndose bajo cada balcón, bendiciendo a los vecinos y fieles. El momento más emotivo tenía lugar al filo de la una de la tarde, tras un pequeño momento de lluvia, en el que la talla de la Virgen accedía a los patios del barrio. Emotivo momento de encuentro con los lugareños y devotos, al son de bailes de los mozos y pasodobles. Alegría y júbilo vaquero.
Ya al llegar las dos de la tarde se recogía la Procesión de nuevo en la ermita, culminando así un nuevo mandato para el Presidente del Patronato y de los Mozos. De hecho, el Patronato, en Asamblea de Elecciones, ha designado nuevo Presidente al hermano D. José Serrano Sánchez, en vistas a la Exaltación de la Cruz y los nuevos cultos. Termina así el ejercicio de D. Jesús Sánchez al frente de la histórica entidad.
Ya el Domingo, 19 de junio, Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Corporación Municipal, con la Bandera de la Ciudad, autoridades provinciales y regionales, procuradores en Cortes y Diputados nacionales, feligreses, representantes de cofradías, autoridades eclesiásticas y devotos se congregaban en la Catedral para celebrar la Solemne Eucaristía en honor a esta tan venerada Advocación, a las once de la mañana.
Mons. D. José María Gil Tamayo, Obispo de la Diócesis de Ávila, alababa la devoción al Santísimo Sacramento en tiempos de dificultades y necesidad, de dolor e incertidumbre, y hacía hincapié en la recuperación de esta Tradición tras la pandemia.
Al término de la Eucaristía, el diácono Álvaro José Sánchez Sáinz-Pardo, en el momento de escribir estas líneas, ya Padre Álvaro José, entronizaba la Sagrada Forma en la Custodia Procesional de Juan de Arfe para iniciar el recorrido por el casco histórico de la ciudad.
La Cruz Alzada partía del primer templo, seguida de los estandartes de las Cofradías Penitenciales y de Gloria de la ciudad. Acompañaba al primer tramo de la Procesión la Banda de Cornetas y Tambores Santísimo Cristo a la Columna «El Amarrado» de la capital abulense. El Estandarte del Corpus Christi y los catecúmenos que recibieron el Sacramento de la Primera Comunión, ataviados de ceremonia, precedían a la Sagrada Custodia, que salía de la Puerta de los Apóstoles a sones del Himno Nacional.
Destacable en esta Procesión es la confección e instalación de Altares y Monumentos, organizados por varias entidades penitenciales, ante los que se detiene la Custodia y se rinde reverencia al Santísimo Sacramento. El primero de ellos, en la Calle San Segundo, fue el de la Hermandad de Nazarenos de Jesús Redentor ante Caifás y Nuestra Señora de la Estrella, cuya protagonista fue la Inmaculada Concepción, plasmada en el techo de palio de la Dolorosa del Martes Santo, entre cirios color púrpura. A los pies del lienzo, espigas de trigo y vino, envueltos en terciopelo azul, color de la Hermandad.
El segundo de ellos, en la Plaza de Santa Teresa, fue el organizado por la Archicofradía de Jesús de Medinaceli, con un lienzo plasmando a San Pedro de Alcántara, entre cirios y decorado en terciopelo morado.
Ya en la Plaza del Teniente Arévalo, el Real e Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz y el Ilustre Patronato de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora de las Vacas Coronada, de estrechísimo vínculo histórico, instalaron el que fuera el más espectacular de los cuatro Monumentos. Presidido por el Paso de la Santa Cena, como es habitual, y con un retablo en terciopelo granate coronado por ramilletes de espigas, con el Santo Cristo en actitud de Bendición con la Sagrada Forma y el Cáliz, aportado por Vera Cruz. Completaba la obra la Orfebrería, con Cáliz, Patena, vinajeras, juego de jarras y sacras, y una nube celeste coronada de flores sobre la que descansaba la Custodia vacía del Patronato de las Vacas, y a sus pies las medallas de ambas entidades, entre flores, espigas, racimos y banderas nacional y vaticana. Todo ello sobre una alfombra de espigas, hiedra y piorno frescos.
Por último, ya encarando la calle Caballeros, la Custodia se detenía en el Altar carmelitano de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza, presidido por Nuestra Señora del Carmen, Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz, con motivo del Año Jubilar por el IV Centenario de la Canonización de la Santa Madre, sobre peana de tela verde, con retablo de terciopelo rojo, varales y candelabros de cola, del Paso de Palio.
Posteriormente, la Custodia se dirigió de nuevo, por Tomás Luis de Victoria, a la Catedral, para terminar la Procesión con la Bendición Sacramental al filo de las dos de la tarde. Solemnidad y devoción en la ciudad de la Mística y la espiritualidad.